¿Qué es?

Es un padecimiento autoinmune de tipo reumatológico. Los linfocitos (una variedad de glóbulos blancos, a través de los cuales actúa el sistema inmunológico), producen anticuerpos y otras sustancias inflamatorias denominadas citocinas, que provocan inflamación y daño a nivel articular. Posteriormente se dañan otras estructuras, como el cartílago, los ligamentos y la cápsula articular.

El proceso de inflamación articular (o artritis) provoca dolor y aumento de temperatura y de volumen. Cuando la inflamación es crónica pueden presentarse deformidades, debido al daño en el cartílago, el hueso, los ligamentos y los tendones.

Aunque las articulaciones son el blanco primordial en la artritis reumatoide, en algunos casos —especialmente cuando la enfermedad tiene ya muchos años de evolución o ha sido muy agresiva— pueden afectarse otros órganos, como los ojos, el corazón, el pulmón y los nervios periféricos.

Se calcula que entre 1% y 2% de la población mundial padece artritis reumatoide. Esta enfermedad es más frecuente en las mujeres (en una proporción de 3 a 1 con respecto a los hombres) e inicia predominantemente entre la tercera y la quinta década de vida.

Factores causantes de la artritis reumatoide

No hay una causa única que provoque la artritis reumatoide. Todo parece indicar que esta enfermedad aparece por la interacción de varios factores en un momento dado:

Factores infecciosos.
En muchos casos se ha relacionado a la artritis reumatoide con agentes infecciosos que quizá “desencadenan” la aparición de la enfermedad en una persona con cierta susceptibilidad. Sin embargo, estos agentes infecciosos no se demuestran en muchos pacientes con artritis reumatoide.

Factores genéticos.
Se conocen ciertos genes que parecen predisponer a que una persona tenga más riesgo de padecer artritis reumatoide. Al parecer, los genes de susceptibilidad favorecen el que en algunas familias —o incluso en un mismo individuo— ocurra no sólo esta enfermedad, sino otras de tipo autoinmune. Es importante aclarar, sin embargo, que la artritis reumatoide no se hereda de padres a hijos en forma directa.

Factores ambientales. Es posible que ciertos factores ambientales (como traumatismos físicos o emocionales, o bien cambios hormonales), aunados a agentes infecciosos, activen de algún modo a los genes de predisposición, favoreciendo la aparición de este padecimiento. Contrario a la creencia popular, la enfermedad no se debe a cambios bruscos de temperatura o humedad (aunque las molestias de los pacientes pueden aumentar temporalmente durante los cambios estacionales).

Signos y Síntomas

A largo plazo, la AR puede dar lugar a erosión o daño de las articulaciones. Los daños de la articulación asociados con la AR progresan constantemente durante los primeros 20 años y representan más del 25% de discapacidad en AR ya diagnosticada.

La AR es simétrica, es decir, si una articulación se ve afectada en un lado del cuerpo, la misma del otro lado del cuerpo también estará involucrada.

Debido a que la inflamación asociada con la AR es sistémica, la artritis reumatoide puede causar fatiga, anemia y fiebre leve.

¿Cuáles son las principales manifestaciones de la artritis reumatoide?

La característica principal de esta enfermedad es la inflamación articular. Junto con las molestias articulares o antes de ellas, los pacientes pueden presentar molestias como fatiga, malestar general, sensación de cuerpo cortado, fiebre ligera e incluso pérdida de peso.

También puede haber sequedad de piel y mucosas (en ojos, boca, nariz, etc.), lo que da la sensación de cuerpo extraño y enrojecimiento en los ojos, o falta de saliva y formación de costras en la nariz. En algunos casos, cuando el curso de la enfermedad es prolongado, pueden aparecer nódulos reumatoides, que son nodulaciones poco dolorosas que aparecen bajo la piel en los codos y otras zonas extensoras del organismo.

Aunque en algunos casos la enfermedad se presenta súbitamente, la mayoría de las veces comienza en forma insidiosa y gradual, con aumento de las molestias en el curso de semanas a meses.

Lo más frecuente es que la artritis reumatoide tenga un curso caracterizado por exacerbaciones y remisiones (períodos de incremento de la sintomatología, seguidos de períodos de mejoría parcial).

¿Cómo se diagnostica la artritis reumatoide?

Sólo un médico está capacitado para diagnosticar esta enfermedad mediante la historia clínica, un examen físico y algunos estudios de laboratorio e imagen.

La historia clínica permite conocer el inicio de las molestias, la intensidad del dolor, las articulaciones más inflamadas, los síntomas asociados y los factores que aumentan el dolor articular, así como el impacto que ha tenido la enfermedad en las actividades del paciente.

El examen físico es útil para corroborar cuáles son las articulaciones inflamadas, si existe limitación o daño y la existencia de nódulos, sequedad en piel y mucosas, así como la afección a otros órganos.

Los estudios de laboratorio permiten saber si existen anticuerpos característicos de esta enfermedad (factor reumatoide o los nuevos anticuerpos anti-péptido cíclico citrulinado) y detectar si hay anemia y aumento de plaquetas.

Los estudios de imagen, como las radiografías o el ultrasonido articular, son útiles en muchos casos para evaluar el grado de inflamación o daño que puedan tener las articulaciones tanto en el momento del diagnóstico como en fases posteriores.

¿Cómo se manifiesta la inflamación articular?

Por lo general se afectan varias articulaciones a la vez y en forma simétrica (ambas muñecas, ambas rodillas, etc.); es excepcional que haya inflamación en una sola articulación (monoartritis). Con el movimiento y la palpación se presenta dolor en las articulaciones afectadas. Otro signo típico de inflamación es el aumento en el volumen y la temperatura, además de que las articulaciones pueden estar incluso enrojecidas.

El número de articulaciones afectadas y la intensidad de las molestias es muy variable de paciente a paciente, aunque lo habitual es que se inflamen las muñecas, los dedos de manos y pies, las rodillas, los codos, las caderas, los hombros, los tobillos y la columna cervical.

El dolor articular suele ser más intenso por las noches, mientras que por las mañanas se acompaña de una sensación de rigidez que puede durar de 30 minutos a varias horas.

¿Qué ocurre si la artritis reumatoide no se atiende en forma adecuada?

Al inicio, las articulaciones sólo se aprecian inflamadas y dolorosas, pero con el tiempo pueden aparecer deformidades progresivas que se deben al daño que la enfermedad causa sobre el cartílago, el hueso articular y las estructuras alrededor de la articulación. Estas deformidades pueden limitar en forma progresiva el movimiento de las articulaciones y la capacidad de los pacientes para realizar actividades manuales e, incluso, para caminar.

En pacientes con artritis reumatoide de larga evolución y difícil control puede haber inflamación en órganos internos como el corazón, los pulmones, los nervios periféricos y los vasos sanguíneos. Estas complicaciones extra-articulares causan síntomas diversos como arritmias cardíacas, falta de aire, tos crónica, dolor torácico, dolor de tipo ardoroso, alteraciones de sensibilidad o movimiento, o úlceras en miembros inferiores.

Se sabe que la enfermedad causa el mayor daño durante los primeros años después de su aparición. De ahí la importancia de que se establezca un diagnóstico en forma temprana. Lamentablemente, todavía es frecuente que un paciente sufra dolor e inflamación articular por meses o incluso años antes de que acuda al médico, lo que puede provocar lesiones articulares irreversibles.

Impacto de la ARTRITIS REUMATOIDE

La AR puede estar asociada con un deterioro significativo en la función física.

La AR a menudo puede conducir a una disminución de la capacidad para realizar las tareas cotidianas y las actividades diarias, como abrir un frasco o girar una manija.

El diagnóstico oportuno y el desarrollo de un plan de gestión eficaz de la enfermedad se consideran importantes en la prevención del daño articular y la discapacidad en los pacientes con AR.

La AR se estima afecta a un 1% de la población adulta en el mundo industrializado, siendo las mujeres tres veces más propensas a ser afectadas por la AR que los hombres.